A 34 años del golpe cívico militar
A los detenidos, desaparecidos, a los torturados, a los asesinados, a los prisioneros, a los apropiados, a los exiliados, a los desterrados, a los cesanteados, va este sentido y profundo homenaje, poniendo voz a los que se las arrancaron y poniendo oído a los que aún nos pueden contar lo vivido.
Y con ellos la memoria…
La memoria que no es la historia relatada sino el compromiso hecho palabra y acción en cada tiempo.
La memoria que nos despierta para ver el camino transitado y nos ubica en el presente. Y nos indaga en plural ¿adonde estamos? Y nos pregunta a cada uno ¿qué fue lo que hicimos por los otros?
La memoria no pregunta por saber, pues ya lo sabe. La memoria pregunta para combatir al interesado olvido.
Y mientras tanto…
Los criminales juegan con el tiempo, y entre vericuetos legales, y amorales, se les va la vida, recorriendo las calles que son nuestras, o viviendo lujosos sus encierros.
Pero que nunca se olvide, que el tiempo no borra los crímenes ni hace eterna a la impunidad, y a pesar de estos 34 años con tantos crímenes y tan poca justicia, seguimos exigiendo juicio y castigo.
Un grito que de diversas formas, viene desde los tiempos en que nacimos pueblo, con toda la fuerza de la lucha, las que nunca se acabaron. No hubo balas, bastones, ni prisiones que pudieran detener tan sólo un día el combate a la opresión y la injusticia.
No hay tiempo suficiente para contar todas las gestas populares, esa energía que nada la detiene, esa energía que se descarga a borbotones. Por miles, por millones, los hombres y mujeres de esta tierra, salieron a conquistar la dignidad, y si alguna vez bajaron las banderas fue para empaparla de sangre de todos los caídos y volver a levantarlas contra el que mató y el que mandó a matar, negando el pan y asesinando a los hambrientos.
Hoy volvemos a proclamar la necesaria unidad contra el despojo, contra la dependencia a los poderosos de afuera y los de adentro, por la verdad, por la justicia, aunque eso sólo no alcanza todavía, sino somos capaces de plantearnos que sociedad merecemos vivir, sin explotados, sin oprimidos, sin marginados. Y que quede claro que ya no necesitamos recitar los sueños para convencernos, sino bajarlos a nuestras manos para construirlos.
No estamos sólo para andar andando, va siendo tiempo de andar para estar siendo.
30.000 sueños y razones para seguir luchando!!!
A los detenidos, desaparecidos, a los torturados, a los asesinados, a los prisioneros, a los apropiados, a los exiliados, a los desterrados, a los cesanteados, va este sentido y profundo homenaje, poniendo voz a los que se las arrancaron y poniendo oído a los que aún nos pueden contar lo vivido.
Y con ellos la memoria…
La memoria que no es la historia relatada sino el compromiso hecho palabra y acción en cada tiempo.
La memoria que nos despierta para ver el camino transitado y nos ubica en el presente. Y nos indaga en plural ¿adonde estamos? Y nos pregunta a cada uno ¿qué fue lo que hicimos por los otros?
La memoria no pregunta por saber, pues ya lo sabe. La memoria pregunta para combatir al interesado olvido.
Y mientras tanto…
Los criminales juegan con el tiempo, y entre vericuetos legales, y amorales, se les va la vida, recorriendo las calles que son nuestras, o viviendo lujosos sus encierros.
Pero que nunca se olvide, que el tiempo no borra los crímenes ni hace eterna a la impunidad, y a pesar de estos 34 años con tantos crímenes y tan poca justicia, seguimos exigiendo juicio y castigo.
Un grito que de diversas formas, viene desde los tiempos en que nacimos pueblo, con toda la fuerza de la lucha, las que nunca se acabaron. No hubo balas, bastones, ni prisiones que pudieran detener tan sólo un día el combate a la opresión y la injusticia.
No hay tiempo suficiente para contar todas las gestas populares, esa energía que nada la detiene, esa energía que se descarga a borbotones. Por miles, por millones, los hombres y mujeres de esta tierra, salieron a conquistar la dignidad, y si alguna vez bajaron las banderas fue para empaparla de sangre de todos los caídos y volver a levantarlas contra el que mató y el que mandó a matar, negando el pan y asesinando a los hambrientos.
Hoy volvemos a proclamar la necesaria unidad contra el despojo, contra la dependencia a los poderosos de afuera y los de adentro, por la verdad, por la justicia, aunque eso sólo no alcanza todavía, sino somos capaces de plantearnos que sociedad merecemos vivir, sin explotados, sin oprimidos, sin marginados. Y que quede claro que ya no necesitamos recitar los sueños para convencernos, sino bajarlos a nuestras manos para construirlos.
No estamos sólo para andar andando, va siendo tiempo de andar para estar siendo.
30.000 sueños y razones para seguir luchando!!!
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